sábado, 2 de noviembre de 2013

MEDITACION PARA VIVIR POSITIVAMENTE LA SOLEDAD

Estar solo es fundamental; así es como es tu ser. En el útero de la madre estás totalmente solo, es una memoria pro­fundamente grabada de la experiencia del útero de la madre. La has conocido, la soledad total, y su dicha. Sin ningún conflicto, la paz era intrínseca. Había silencio, no lenguaje. Esta­bas en lo profundo de ti mismo. No te das cuenta conscientemente del hecho, pero está oculto en el inconsciente. Toda persona piensa que en algún momento pasado hubo una edad de oro, la vida era dichosa. Independientemente de la época, esto siem­pre se ha creído. Este pasado es tan sólo la profunda me­moria del útero que hay en todo individuo. El útero mantiene siempre la tem­peratura adecuada para el niño, flotando dicho­samente, sin ninguna preocupación, ninguna ansiedad, ninguna responsabilidad, solo, no es consciente de la madre. Ésta es la realidad básica, y ésta volverá a ser la realidad cuando salgas de la sociedad y mueras. Volverás a estar solo. Y entre estos dos puntos de soledad, tu vida se llena de muchos eventos. Pero en el fondo sigues estando solo, por­que esa es tu realidad básica. En profunda soledad, hay que recuperar esta esencia.
monje solo
Si estás realmente solo, sin ni si­quiera pensar en los demás, sentirás por vez pri­mera el mundo de la naturaleza a tu alrededor. La naturaleza tiene su propio lenguaje, pero es silencioso, y a no ser que tú seas silencio­so, no puedes entenderlo. La existencia no tiene esta­dos de ánimo. La existencia es siempre la misma, siempre festiva, rebosando energía. Cuando estás armonizado con la existencia, estás totalmente solo, pero esta soledad es diferente de la del niño en el útero. El niño está solo, pero no tiene consciencia de nada más. Cuando te vuelvas conscientemente silencioso, uno con la existencia, tu soledad no estará rodeada de oscuridad, sino rodeada de luz. Para ti, el mun­do existirá, porque el mundo y tú os habéis vuel­to uno.
Busca algún lugar ili­mitadamente espacioso, en la cima de alguna colina, desde donde puedas ver ilimitadamente, desde donde la vista nunca encuentre horizonte. Si puedes ver ilimitadamente y tu vista no tiene fin, el ego se disolverá. Vete a un sitio semejante, pero ten la intención de no crear ninguna relación. Deja atrás todas las relaciones y el mundo de las relaciones, y permanece solo allí. Al principio va a ser muy difícil, empezarás a pensar, la mente persistirá, porque no es otra cosa que la sociedad internalizada. Será una larga pugna una y otra vez para ponerte alerta; para ser un testigo; para no ser víctima.
La mente creará negatividad a todo tu alrededor. Pero si per­sistes y permaneces consciente de que esto es lo que está haciendo la mente, y si no te identifi­cas con la mente, llega un momento en que la mente te abandona, y con ella, todas las presiones. Cuando la mente te abandona, te quedas sin carga alguna, porque la mente es la única carga. Despreocupado, flotas. Un pro­fundo silencio explota dentro de ti.
Si alguna vez intentas esta locura solitaria, abandona la idea de la utilidad. Se inútil. Sólo entonces puedes estar solo. Porque, en realidad, la utilidad ha sido impuesta en tu mente por la sociedad. La sociedad necesita que estés en el mercado, que tengas alguna utilidad. No se trata de que seas inútil, sino que esta utilidad no es la meta. Tienes que vivir en sociedad, ser útil para ella, pero tienes que seguir siendo capaz de ser inútil en cualquier momento; de lo contrario te vuelves una cosa y no una persona. La vida no es utili­taria, no tiene propósito; es un juego, una celebra­ción.
Simplemente se tú mismo y disfruta de tu sole­dad, igual que una roca o un árbol o un río. ¡Inútil! Simplemente se una roca. A no ser que estés realmente preparado para ser inútil, no puedes ser solitario, no puedes estar en soledad. Y una vez que conozcas su profundi­dad, puedes volver a la sociedad. Te alejas por un tiempo para tener una perspectiva, para ver qué eres y qué te está haciendo la sociedad. Cuan­do te sales de ella, puedes mirar mejor. Estás tan lejos, imparcial, ecuánime.
Luego vuelve y muévete otra vez en la sociedad y en el gentío, y trata de llevar contigo esa belleza, ese silencio que te sucedió cuando estabas solo. Entra profundamente en el gentío, pero no te vuelvas una parte de él. Deja que el gentío esté fuera de ti; tú permaneces solo. Y cuando te vuelves capaz de estar solo entre el gentío, has alcanzado la soledad real. Y cuando sientas que la sensación se ha apagado, que se está yendo, que la sociedad la ha alterado, que está contaminado, vete otra vez. Distánciate de la sociedad para renovar esa sensación, para revivirla de nuevo. Luego vuelve y entra en el gentío. Y entonces llegará un momento en que el manantial original permanecerá fresco y nadie podrá contaminarlo. Entonces no hay necesidad de irse a ninguna parte.

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